La restauración dental es una de las causas más frecuentes de visita al consultorio de la Clinica Dental Doria Medina después de las consultas preventivas. Y es quizás una de las tareas más complejas dentro de la odontología porque tiene que ver con el reemplazo y la corrección de piezas dentales que se han desgastado con la edad o que se han perdido.
Con el pasar de los años es muy probable que nuestra sonrisa cambie. La resina de los dientes no es la misma cuando tenemos 60 años que cuando tenemos 15 y es posible que por algunos hábitos o por condición biológica perdamos algunas piezas.
Cada pieza dental tiene una función práctica en el tratamiento de los alimentos, la respiración, el lenguaje y la estructura facial. Y también cumple una función estética en la armonización del rostro. Es por eso que cuando se pierde una pieza hay un desequilibrio que debemos corregir lo más pronto posible por recomendación de nuestro dentista. Y casi siempre se hace con algún tipo de prótesis dental.
¿Cuál es la diferencia entre la restauración dental con prótesis y con implante?
El implante dental es la pieza que se adhiere al hueso maxilar. Está fabricado generalmente con titanio para lograr que se sujete mejor. Mientras que la prótesis se trata de la parte visible del diente y se elabora con porcelana, composite o circonio según sea el acabado y el presupuesto del paciente. Lo importante es brindar una solución que sea estética y útil.
No todos los laboratorios trabajan con los mismos materiales, pero es importante saber que el composite es el material que se utiliza generalmente para reparar caries. Sin embargo, es un material que muestra desgaste con facilidad porque no es tan resistente. La porcelana, tiene una mejor calidad porque permite realizar prótesis completas que se camuflan con el color natural de los dientes y puede tallarse. Y en el caso del circonio, aunque es un material más costoso, es el más resistente y tiene grandes ventajas porque no es un material conductor. Esto quiere decir que es biocompatible y reduce la sensibilidad a las temperaturas.
¿Para qué se usan las prótesis en la restauración dental?
La función primaria de los dientes tiene que ver con la masticación de los alimentos por tanto debe calzar perfectamente la mordida para poder triturar lo que comemos. Luego, es importante rehabilitar la función del habla y la pronunciación. La prótesis debe estar lo suficientemente cómoda y engranada para que la persona pueda pronunciar correctamente las palabras sin esfuerzos adicionales.
Finalmente ligada a la función estética, se encuentra la armonía facial. Esto tiene que ver con la función estructural que los dientes tienen respecto a la cara, la caída de los músculos, el movimiento mandibular, la comodidad en las encías. Las comisuras de los labios y finalmente la sonrisa.
¿Qué debe tener una buena prótesis?
Una buena prótesis no solo debe lucir bien para irradiar una hermosa sonrisa, también debe ser duradera en el tiempo, sus materiales necesariamente deben ser de buena calidad para que las presiones y el desgaste dentro de la boca no la fisuren ni la agrieten con sus químicos o la acción al comer. En efecto, es muy importante la resistencia de los materiales para que puedan tener la fortaleza estructural de engranarse con los maxilares y el resto de las facciones faciales sin que esto represente un daño para el paciente.
¿Quién inventó las prótesis para la restauración dental?
Las prótesis son parte importante del proceso de restauración de nuestros dientes. Contrario a lo que se piensa, no se trata únicamente de piezas removibles, sino también de todos estos materiales biocompatibles que utilizamos en el consultorio para restaurar tu sonrisa.
Hasta finales del Siglo XVII, se realizaban las primeras prótesis con marfil, dientes de animales como el hipopótamo y dientes humanos, lo que suponía un gran peligro para el paciente porque implicaba en ocasiones la transmisión de enfermedades. Además, con los fluidos bucales, era muy común que cambiaran de coloración brindando un aspecto poco estético.
Alrededor de 1774, el farmacéutico Alexis Duchateau enfrentaba un gran problema con su prótesis de hipopótamo y el mal olor que esta le provocaba. Por lo que tras varios intentos de resolverlo fabricando un prototipo inspirado en las piezas de marfil y luego de algunas pruebas en la fábrica de porcelana Guerhard de Sèvres. Consigue apoyarse en un dentista llamado Dubois Chèmant para crear la primera dentadura en porcelana apta para el uso. Ellos continuaron mejorando los prototipos con el uso de pastas minerales. Se trataba de un único bloque con bases protéticas y piezas, que se elaboraba individualmente para cada paciente tras un modelo duplicado de la zona. Finalmente estaba listo cuando se modelaba un bloque de cerámica para sustituir dientes y encías, que era limado para adaptarlo a la boca.
Estas técnicas conocidas “dientes metálicos” fueron revisadas y mejoradas por Giuseppangelo Fonzi, quien dio a conocer sus “dientes terrometálicos” alrededor de 1800.
Y realizó aportes fundamentales para la concepción de las prótesis como las conocemos en la actualidad. Uno de los más valiosos aportes de Fonzi, fue la posibilidad de trabajar piezas unitarias que se podían adaptar a las prótesis de todos los pacientes.
Creó un perno de platino inserto en cada pieza que permitía que se anclara en la base de las prótesis parciales removibles. Además, el material le daba más dureza, resistencia y consistencia química. Y, por si fuera poco, encontró la posibilidad de contar con un número ilimitado de tonos para el color de los dientes brindando una solución estética de aspecto bastante natural.
Aunque parezca cosa sencilla la restauración dental es un proceso complejo donde entran en juego varias especialidades de la odontología y es absolutamente personalizado. Si solicitas tu cita con los odontólogos de la Clínica dental Doria Medina, podrás darte cuenta que el proceso empieza por una revisión exhaustiva de tu cavidad bucal, y luego el segundo paso es crear un plan de atención que se ajusta a tu necesidad funcional, estética y económica.
Hacer una restauración a tiempo, por pequeña que sea, nos hará evitar grandes y engorrosas intervenciones posteriores que terminan siendo literalmente un dolor en tu cara y en tu bolsillo.